Hace exactamente un año el día de hoy, me diagnosticaron con EM. Recuerdo como si fuera ayer el momento en el cual abrí el sobre con los resultados de mi resonancia, sacar una hoja, y leer en negritas esas dos palabras que en cuestión de segundos me supieron quitar el aire. Las semanas que siguieron estuvieron llenas de rabia, impotencia y un sentimiento constante de “ahora que?”
Las miradas de familiares y amigos confirmaban mi motivo para sentirme derrotada, y sus ojos llenos de pena me asustaban de una forma que ellos nunca se podrán imaginar. Pero no me puedo quejar, tenía el apoyo incondicional por el cual se caracteriza mi familia, y al final sirvió como uno de los motivantes más grandes para cambiar mi perspectiva. Creo que escuchar las recomendaciones de mi doctor me dolieron aún más. Sólo vas a poder nadar y caminar. No más deportes exigentes ni actividad física fuerte. Me quise morir. Se me acercaban personas con mi condición, que por alguien habrían escuchado lo que me pasaba, y me llamaban. Desconocidos que alguna vez pasaron por lo mismo que yo, me aseguraban que todo estaría bien. Y la verdad que creo que no se imaginan que tan bien.
En algún momento, no se exactamente cuando, todo cambio. Mi rabia fue sustituida por esperanza, y mi impotencia por Fe. Dios supo sacar de mi peor momento, lo mejor de mi; darme una nueva apreciación hacia la vida y su valor.
Hoy, un año más tarde, miro hacia atrás a estos 365 días que han transcurrido, y sólo puedo sonreír pensando en lo boba que fui de haber dudado de Dios y su plan para mi. Este año me reintegré a mi equipo de ultimate, OUC, junto a quienes compartí la victoria del Campeonato Nacional de Ultimate. Inicié un programa en el gimnasio bastante exigente, subiel Pico Duarte por primera vez y hace apenas 3 meses Comencé a montar MTB. Todo lo que “nunca podría volver a hacer” se convirtió en mi combustible.
Hoy conmemoro el año haciendo el 21 Clásico de Santiago a Monte Cristi (o intentándolo por lo menos…ya luego les cuento como me va). Irónicamente este ha sido uno de los mejores años de mi vida, siento que estoy donde tenía que estar, y le doy gracias a Dios y a todas esas personas que de una forma u otra me apoyaron en el trayecto, o se añadieron a esta aventura.