Cuando Roberto llegó un día a casa con dolor en la espalda y flojera en las piernas, nunca me imaginé que ese era el comienzo de una etapa en mi vida en la que tendría que enfrentar grandes cambios. Fue diagnosticado en 1995 de Esclerosis Múltiple trás innumerables test, análisis y resonancias. Nos encontramos de golpe con una realidad que implicaba a dos hijas (4 años y 9 meses), nuestra precaria situación económica y muchos deseos de seguir adelante.
Muchas veces me han preguntado que ha sido lo más difícil de estar casada con un enfermo de EM? Nuestro contrato con la vida es el de vivir intensamente, valorar las pequeñas cosas. Muchas situaciones han sido difíciles, no lo niego, sobre todo al principio, pues cuando diagnostican EM nunca se sabe cual será la evolución de la enfermedad. Me mortificaba no saber cuanto tiempo tendría Robert con capacidad de ser productivo, o si algún día volvería a caminar, me preguntaba como sacaríamos hacia delante a nuestras hijas. (Yo apenas tenía un par de meses de haber obtenido el titulo de arquitecto y no tenia un trabajo estable). Cada día era un reto.
Gracias a Dios, los medicamentos, la buena alimentación, la terapia física y el manejo del estrés han permitido que Robert se haya conservado en muy buen estado de salud física y emocional no obstante los años de recaídas y remisiones.
• Decidimos como pareja tomar la vida día a día.
• Decidimos disfrutar de lo que teníamos y a desear poco lo que no podíamos tener.
• Decidimos buscar alternativas que compensaran las limitaciones físicas de Robert, cambiamos el tennis, por la natación, los caballos por el dominó, y decidimos ser felices no importa las circunstancias.
Nuestro tercer hijo llegó dos años después de su diagnóstico para coronar nuestra felicidad.
Robert ha podido mantener una muy buena condición física.
Sabemos que la condición está latente, mas de 15 recaídas en poco mas de 15 años nos lo han demostrado, sin embargo, nuestro contrato con la vida es el de vivir intensamente, valorar las pequeñas cosas, que son al final lo que te dan la felicidad…la sonrisa de nuestros hijos, el azul del cielo y el mar, la mano amiga, el despertar cada mañana dispuesto a servir y el descanso entre el regazo de tu pareja tras el deber cumplido.
Yo he sido bendecida por un compañero maravilloso que me ha demostrado a mi y a muchos otros, que no importa cuan difícil sea la meta cuando se lucha por amor.