Mi nombre es Rose Mary Cruz Mejía y hace tres años tuve mi primer encuentro con la esclerosis múltiple, sin tener la seguridad de que se tratara de esto.
Compañera de viajeLa realidad es que la esclerosis múltiple, es una compañera de viaje que no puedo ignorar y mucho menos pelearme con ella, porque no se va a marchar aunque yo quiera.
Recuerdo que el 25 de diciembre del 2003, amanecí con un adormecimiento en ambas piernas y pesadez para caminar. Me di cuenta por los síntomas que era algo de cuidado y visité un neurólogo para que me evaluara. Me hicieron una serie de análisis clínicos, resonancia magnética y punción lumbar.
En ese entonces, la resonancia no mostraba una señal clara que evidenciara la enfermedad, algunos especialistas entendían que esto se debía a que los resultados de la misma no fueron óptimos porque para esa fecha utilizaba frenillos y esto, por ser metal, alteraba los resultados de la misma.
Por no tener todos los indicadores necesarios para poder diagnosticarme la enfermedad, se me dijo que tenía una “esclerosis múltiple probable” que sólo podría confirmarse con un nuevo brote o recaída. Mientras tanto, nos quedábamos con el diagnóstico de una “mielitis transversa”.
No puedo negar que albergaba la esperanza de no vivir un nuevo episodio y que este evento quedara como algo para recordar. Pero, en junio del 2005 empezaron a aparecer de nuevo los síntomas y en julio, luego de repetirme la punción lumbar y la resonancia magnética (donde ya se podían distinguir las placas tanto a nivel cerebral como de médula) se me confirmó el diagnóstico.
Siempre he dicho que lo más difícil de la esclerosis múltiple es lidiar con lo imprevisible, con el hecho de amanecer un día bien y en la tarde estar o sentirte muy mal. Pero, he aprendido a mirar mi hoy, mi ahora y no preocuparme por lo que pueda venir después.
La realidad es que la esclerosis múltiple, es una compañera de viaje que no puedo ignorar y mucho menos pelearme con ella, porque no se va a marchar aunque yo quiera. Por eso, he decidido conocerla y de alguna manera hacerme su amiga. Escucharla cuando me invita a detenerme y descansar, pero sin convertirla en el eje de mi vida. Después de todo, yo tengo esclerosis múltiple, pero ella no me tiene a mí.
El saber que uno posee una enfermedad incurable y degenerativa, como la esclerosis múltiple, puede ser el fin para muchos, pero para aquellos que asumimos las dificultades como desafíos y tenemos a Dios como centro de nuestra vida, esto no es más que un resurgir, un “renacer” a la esperanza, la confianza y la vida.
En los primeros meses del año 2006, Dios puso en mi corazón a través de un sacerdote amigo, el deseo de compartir este caminar con otros compañeros de vivencias; para apoyarnos, animarnos y ayudarnos: de ahí surge: Renacer, Fundación Dominicana de Esclerosis Múltiple.
Todo esto no hace más que confirmarme que Dios escribe derecho en renglones torcidos ya que esta situación que vivo se ha ido transformando en bendición tanto para mí como para otros que comparten esta realidad.
Hoy estoy bien, eso es suficiente para sentirme contenta y estar agradecida; mañana… mañana ya se verá.